sábado, 22 de enero de 2022

Querido diario

Escribir un diario público es una mierda. Uno debe cortarse, debe decir las cosas a medias, no puede cagarse en la puta madre de una persona concreta con nombres y apellidos porque te pueden pedir explicaciones. Y dar explicaciones es otra mierda, y que te pidan explicaciones te alejan de esa persona miles de millas.

Pero me apetecía escribir algo sin fines literarios, sin poner el listón muy alto, sin autoexigirme demasiado. Y es que para cagarme en los muertos de alguien ya tengo mi diario personal que nadie conoce, el cual también uso para contar mis movidas más secretas e inauditas. Me he dado cuenta de que usado la palabra “movidas”, ¿Me estaré convirtiendo en madrileño? Espero que no.

Creo que en guion se puede hablar en clave de muchas cosas. Hablar de uno mismo, como estoy haciendo yo ahora, es lo más aburrido del mundo. Por eso me está encantando el mundo del guion, proyectas en una historia a través de simbolismos las cosas que te preocupan. Proyectas en personajes tus historias. Creo que las historias que tienen alma son las que tienen algo de uno mismo y eso se nota luego. Porque uno puede armar una estructura de guion maravillosa, con todos los ingredientes necesarios para triunfar, pero si no está esa chispa indefinible no hay nada, todo es hueco y no llega al alma.

Empecé todo esto casi por casualidad. Estaba en Málaga y una amiga me contaba cómo le iba con su doctorado. Me encantaba lo que me contaba y se lo dije y me preguntó: ¿Y por qué no lo haces tú? Entonces se me encendió una bombilla y pensé: ¿Y por qué no?

En fin, resulta que tengo covid. Ya me sentía muy cansado ayer, como que algo iba mal y por la noche comencé a tener fiebres y escalofríos. Hoy he confirmado la prueba y voy a tener que estar una semana encerrado en casa y por eso he decidido escribir esto. Ya que no salgo a mi bar favorito a tomarme una caña he pensado que podría actualizar este blog que lo tengo muerto del asco.

¿Que cómo estoy? Muy feliz. Siento que las cosas que hago tienen sentido. Dejo que todo fluya. Me gusta lo que hago y no sé a dónde me llevará, pero me da igual, lo estoy disfrutando.

Ayer fui a ver una proyección de cortometrajes de Antonio García Pierrot y, a decir verdad, los cortometrajes dejaban mucho que desear si no los sitúas en su contexto. Y es que trataban de vampiros transformistas que bebían sangre y semen. Hasta ahí bien. La gracia es que lo hacían en una época en la que grabar eso estaba prohibido, por lo cual tiene un valor transgresor y rompedor. Pero eso no es lo que me interesa de la historia, lo que me ha interesado es que me inspiró mucho y me dieron ganas de hacer cosas creativas. Quiero grabar cortos aunque no tengan mucha calidad, si espero a grabar una obra maestra nunca lo haré. Creo que a veces la cantidad sí que repercute en la calidad, es decir, que si haces muchas cosas al final te puede salir una buena. Pero poner todos los huevos en la misma cesta no es buena idea.

Salgo entusiasmado, cuando supere el Covid intentaré hacer planes para grabar tonterías y hacer mil proyectos de los cuales se realizarán muy pocos.

Hay que echarle ganas.

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