Algo que nos sucede a los de pueblo es que no estamos acostumbrados a cruzarnos con famosos por la calle. Al volver a Madrid he recordado esa peculiaridad, me cruzaba con algún presentador, un actor o una cara conocida que no sabes quién es pero que al final sitúas en algún punto de la televisión. A los paletos de pueblo eso nos produce mucha curiosidad al principio y nos gusta contarlo a nuestras amistades.
Hace un mes que estoy en Madrid. Definitivamente necesitaba
un cambio en mi vida y no me arrepiento de nada. Estoy aprendiendo muchísimo y
me lo estoy pasando relativamente bien. Ahora tengo como deberes ver algunas series
y leerme algunos libros. Benditas obligaciones comparadas con aguantar a gente
que se creen superiores sólo por el hecho de pagar un dinero.
Me he ido a vivir solo. No tenía ganas de aguantar a nadie. Nunca sabes lo que
te va a tocar cuando compartes piso y ahora que podía permitírmelo ni lo he
dudado. La casa es pequeña, pero para uno solo sobra. Además estoy cerca de la
universidad y voy a pie todos los días, lo cual es una ventaja porque tengo
tiempo hasta de dormir la siesta.
Las clases en general son muy buenas. Algunos profesores son auténticas
eminencias teóricas y me quedo embobado escuchándoles. De todos se aprende
mucho. En una de las clases de Antonio Sánchez-Escalonilla nos explicaron el
paralelismo entre Las uvas de la ira y Pequeña Miss sunshine y quedé fascinado
porque aparentemente no tenían relación pero coinciden en muchos puntos del
argumento.
Los compañeros son excelentes. Dijeron los profesores que solicitaron plaza
para el máster más de doscientas personas, no sé hasta qué punto será cierto
eso, pero dicen que somos afortunados por estar ahí. Desde el primer día fuimos
a tomarnos cañas después de clase, sin ni siquiera saber nuestros nombres (¿Qué
importará eso?) y todos tienen un “algo” que los hacen especiales, cuando te
cuentan un poco su historia ves que son unos cracks en algo, que saben de algún
tema o que vienen de un mundo completamente distinto que desconoces por
completo. Me encanta lo directos que son, te preguntan directamente por tu vida
y, lejos de molestarme, me encanta. Las cosas cuanto más claras mejor. Soy el
más mayor de clase, pero no me siento desplazado ni nada de eso y me tratan muy
bien y siento que puedo aprender mucho de ellos. Yo por ejemplo no tengo apenas
idea de series actuales y veo muy poco cine actual y muchos están al día de
todo, lo cual admiro.
En una de esas clases nos estuvieron explicando qué es la anagnórisis. Nos decían que Buzz Lightyear en Toy Story sufre una cuando se da cuenta que no es un héroe sino un juguete. Me quedé pensando mucho rato en ello y luego nos fuimos al descanso. En nuestro campus no hay cafetería, el descanso lo hacemos directamente en la calle, una bastante céntrica. Y mientras hablábamos del día a día una compañera me dice: “¿Ese no es Almodóvar?” y en efecto, era el propio Almodóvar y yo me emocioné y sentí que todas mis expectativas en cuanto a cruzarme con famosos por Madrid se habían cumplido. Es uno de mis directores de cine favoritos, sin duda el director vivo español que más me gusta. No me atreví a acercarme, ni nadie lo hizo, pero me sentí como cuando Ed Wood se cruza con Orson Welles en la película que lleva su nombre. Sentí esa especie de señal que me dice que estoy en el camino correcto y que no me he equivocado.
Cosas que nos pasan a los de pueblo cuando vemos a famosos en la ciudad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario