lunes, 25 de octubre de 2021

De vuelta en Madrid

 

Algo que nos sucede a los de pueblo es que no estamos acostumbrados a cruzarnos con famosos por la calle. Al volver a Madrid he recordado esa peculiaridad, me cruzaba con algún presentador, un actor o una cara conocida que no sabes quién es pero que al final sitúas en algún punto de la televisión. A los paletos de pueblo eso nos produce mucha curiosidad al principio y nos gusta contarlo a nuestras amistades.

Hace un mes que estoy en Madrid. Definitivamente necesitaba un cambio en mi vida y no me arrepiento de nada. Estoy aprendiendo muchísimo y me lo estoy pasando relativamente bien. Ahora tengo como deberes ver algunas series y leerme algunos libros. Benditas obligaciones comparadas con aguantar a gente que se creen superiores sólo por el hecho de pagar un dinero.

Me he ido a vivir solo. No tenía ganas de aguantar a nadie. Nunca sabes lo que te va a tocar cuando compartes piso y ahora que podía permitírmelo ni lo he dudado. La casa es pequeña, pero para uno solo sobra. Además estoy cerca de la universidad y voy a pie todos los días, lo cual es una ventaja porque tengo tiempo hasta de dormir la siesta.

Las clases en general son muy buenas. Algunos profesores son auténticas eminencias teóricas y me quedo embobado escuchándoles. De todos se aprende mucho. En una de las clases de Antonio Sánchez-Escalonilla nos explicaron el paralelismo entre Las uvas de la ira y Pequeña Miss sunshine y quedé fascinado porque aparentemente no tenían relación pero coinciden en muchos puntos del argumento.

Los compañeros son excelentes. Dijeron los profesores que solicitaron plaza para el máster más de doscientas personas, no sé hasta qué punto será cierto eso, pero dicen que somos afortunados por estar ahí. Desde el primer día fuimos a tomarnos cañas después de clase, sin ni siquiera saber nuestros nombres (¿Qué importará eso?) y todos tienen un “algo” que los hacen especiales, cuando te cuentan un poco su historia ves que son unos cracks en algo, que saben de algún tema o que vienen de un mundo completamente distinto que desconoces por completo. Me encanta lo directos que son, te preguntan directamente por tu vida y, lejos de molestarme, me encanta. Las cosas cuanto más claras mejor. Soy el más mayor de clase, pero no me siento desplazado ni nada de eso y me tratan muy bien y siento que puedo aprender mucho de ellos. Yo por ejemplo no tengo apenas idea de series actuales y veo muy poco cine actual y muchos están al día de todo, lo cual admiro.

En una de esas clases nos estuvieron explicando qué es la anagnórisis. Nos decían que Buzz Lightyear en Toy Story sufre una cuando se da cuenta que no es un héroe sino un juguete. Me quedé pensando mucho rato en ello y luego nos fuimos al descanso. En nuestro campus no hay cafetería, el descanso lo hacemos directamente en la calle, una bastante céntrica. Y mientras hablábamos del día a día una compañera me dice: “¿Ese no es Almodóvar?” y en efecto, era el propio Almodóvar y yo me emocioné y sentí que todas mis expectativas en cuanto a cruzarme con famosos por Madrid se habían cumplido. Es uno de mis directores de cine favoritos, sin duda el director vivo español que más me gusta. No me atreví a acercarme, ni nadie lo hizo, pero me sentí como cuando Ed Wood se cruza con Orson Welles en la película que lleva su nombre. Sentí esa especie de señal que me dice que estoy en el camino correcto y que no me he equivocado.

Cosas que nos pasan a los de pueblo cuando vemos a famosos en la ciudad.

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