Durante años trabajé haciendo fotografías por las noches en
discotecas. Hacía fotos a la gente y las subía a redes sociales. Eso generaba
tráfico en los perfiles de las discotecas y la gente entraba más en los locales.
La premisa era sencilla, tenía que dibujar un mundo idílico en esas
fotografías, que la gente las viese y pensara que le gustaría estar en esa
fiesta. Tenía que salir gente guapa, tías buenas y tíos buenos, gente con
estilo y con carisma.
Todo lo que yo no era.
Una de las primeras cosas que me dijeron fue que no sacara a
gitanos en las fotos que subiera. Pero les dije que eso no era muy ético.