Un gato ha cambiado mi vida

Llevo un mes viviendo con gatos y todo ha cambiado. Pero empezaré contar la historia desde el principio. Mi amiga Elena y su marido Torsten tienen una pareja de gatos, macho y hembra, llamados Bora y Rangi. Un día fui a verlos (a mis amigos) y de paso conocí a sus dos preciosos gatos. Acabé enamorado de ellos, eran muy dóciles y ella se dejaba coger en brazos. Me hice fotos con ella y salí entusiasmado. Tal fue mi entusiasmo que acabó diciéndome, yo creía que de broma, que cuando tuviesen gatitos me daría uno. La idea me gustó mucho, no lo voy a negar, y yo no decía que no.

Pasó el tiempo y en Navidad me llamó Elena para decirme que la gata estaba embarazada y me dio la enhorabuena porque iba a ser padre de un gatito si todo iba bien. Era el mejor regalo que podía recibir, siempre había querido tener un animal y un gato se adaptaba perfectamente a lo que necesitaba por el hecho de que no hace falta pasearlos dos o tres veces al día y podía tenerlo mientras trabajaba. Los perros también me gustan mucho pero hoy en día me costaría mucho cuidar uno como es debido.

El 24 de enero nacieron tres gatitos preciosos. Dos blanquitos y uno negro. Me dijo Elena que eligiera uno, fue una decisión muy difícil, fui a conocerlos y los tres me parecían muy bonitos. Pero no sé por qué elegí al negrito, quizás porque al ser el diferente era el que más destacaba.

Le puse de nombre Mininet en homenaje a una gata que tenía mi padre y mis abuelos en los años setenta. Además ahora vivo donde vivían ellos y era una forma de agradecimiento a ellos. Elena y Torsten se tuvieron que ir a Alemania antes de que los gatitos cumplieran dos meses. No podían llevarse a los gatitos ni a la gata lactante, así que me los dejaron todos. De un día para otro pasé a tener cuatro gatos. Al principio pensaba que no podría lidiar con ello pero enseguida estuve encantado de cuidarlos.

Con el tiempo dimos a los dos blanquitos a sus legítimos dueños, y yo ahora me he quedado con Mininet y su madre Bora. Me costó despedirme de ellos pero al ver lo mucho que los quieren estoy tranquilo y agradecido de haberlos cuidado durante un tiempo.

Mi relación con Mininet ha sido especial desde el principio. Los primeros días dormían todos juntos en una casita con rascador que les compré. Los siguientes días dormían en otra cama aparte en una habitación de invitados. Pero al poco tiempo comenzaron todos a venir a dormir a mi cama. Mininet era el que más se acercaba a mí para dormir. Se ponía en la almohada justo a mi lado. Yo creo que él ya sabia que me lo iba a quedar a él.

Desde entonces Mininet me sigue allá a donde voy, si estoy en el ordenador se acurruca al lado en una libreta que tengo y se queda dormido ahí. Cuando me levanto y voy a la cocina a los pocos segundos siempre veo que ha venido detrás de mí y se sienta sobre sus patas traseras a observar lo que hago.

Me gustan los gatos porque te quieren a su modo. No son como un perro. Te demuestran amor cuando ellos quieren, no cuando tú quieres. Y el momento que más me gusta del día es cuando me voy a la cama y de pronto veo aparecer por la puerta a Mininet y lo veo subiéndose a la cama como puede y se pone encima de mí hecho una bolita. Le gusta juguetear con el cable de mis auriculares, siente auténtica devoción por ellos, pero yo trato de enseñarle que eso no es juguete.

Con la madre Bora también tengo una buena relación, es muy tranquila, muy buena, está muy bien educada y no me da ningún problema, pero parece algo más reservada a la hora de mostrar cariño. Creo que tal vez echa de menos a sus dueños y se está guardando todo el amor para cuando los vuelva a ver. 

No sabía que tener un gato me iba a cambiar tanto la vida. Y no sabía que en tan poco tiempo podría querer tanto a un animalito que ha alegrado mis días. Quien me conoce sabe que he pasado momentos muy complicados y me recuperé del todo. Y el gato ha sido el colofón a toda esa recuperación, un punto y seguido para seguir adelante.

Gracias por aparecer en mi vida, Mininet.