viernes, 30 de abril de 2021

Décimo aniversario del 15M

 

 

Este mayo se cumplen diez años desde las acampadas que se instalaron en las plazas de toda España protestando por la situación del país. Se les conoció como un movimiento de indignados y estaban unidos por diversas causas. Este nombre lo adoptaron del libro “Indignaos” de Stéphane Hessel que fue un referente del movimiento. Otra obra clave para entender el fenómeno fue la obra “Reacciona” de Jose Luís Sampedro. Ambos nonagenarios usaban el imperativo para dirigirse a los jóvenes y decirles lo que debían hacer. Pero no creo que les hiciera falta unos ideólogos porque motivos no nos faltaban para salir a la calle.

Hay que entender el contexto en el que se produjo este estallido de indignación. Estábamos en una España con un 50% de paro juvenil (parecido al de ahora), los casos de corrupción salían a cuentagotas, cada día con un nuevo caso y desde todos los partidos, lo que hacía entender que estábamos ante una corrupción sistémica. El bipartidismo era inquebrantable y no había alternativas reales para otras políticas más éticas. Los bancos mostraban su poder con imposiciones tan graves como haciendo que las familias que desahuciaban tenían que seguir pagando la deuda. Para ello algunas plataformas pedían la dación en pago. Era el caldo de cultivo perfecto para el estallido de una indignación manifiesta. Algunas plataformas como “No les votes”, “Juventud sin futuro”, “Democracia real ya” convocaron una manifestación que tuvo un éxito sin precedentes en las principales ciudades de España. Lo que pasó esa noche ya es historia. Tras un desalojo violento por parte de la policía de los primeros acampados hubo un efecto llamada que hizo que las plazas se llenaran de todavía más gente al día siguiente.

De las plazas no se movía nadie. Y comenzaron a llenarse de carteles contra el poder de los bancos, contra el bipartidismo, contra la corrupción, a favor de una educación pública de calidad y por el derecho de poder labrarnos un futuro digno. Pero resulta curioso que el único cartel que se puso en duda y retiraron de la Puerta del Sol fue “La revolución será feminista o no será”. No se sabe por qué la gente se puso a protestar contra esa pancarta y la retiraron. Resulta ser que el movimiento que más ha hecho por la igualdad era cuestionado, no se sabe si era por ignorancia, porque todavía no estaba de moda o porque no se había hecho pedagogía sobre el movimiento.

Se comenzaron a celebrar asambleas para organizarse contra un poder económico y político que estaban apoltronados en sus puestos sin intención de cambiar. Había un ambiente de camaradería muy fuerte, los vecinos de todas partes se solidarizaron con ellos mandándoles comida y bebida para que pudieran seguir acampados reclamando más derechos. Así permanecieron semanas. Pero la gente tenía que trabajar y estudiar y poco a poco las asambleas comenzaron a degenerar y a llenarse de los más ociosos de las ciudades. Por ejemplo, se hizo una asamblea sobre la educación y se propuso votar si queríamos una “Educación laica, pública y de calidad” y como tenían el delirio de que todo se tenía que aprobar por unanimidad salió una persona diciendo que estaba en contra de la educación laica porque las religiones explican la historia de nuestros tiempos. Se quitó del enunciado la etiqueta de laica y se propuso votar por una “educación pública y de calidad”. Salió otra persona diciendo que no toda la educación debe correr a cargo del estado, que los padres también tenían una responsabilidad importante. Entonces se propuso votar si queríamos una educación de calidad, en una escena más propia de “La vida de Brian” que de una asamblea seria.

Pronto las asambleas comenzaron a tener sus círculos de yoga, de amor, se llenaron de malabaristas y de gente haciendo batucadas. Era de esperar que a los pocos meses se aprobó disolver la acampada para seguir la lucha desde los barrios.

¿Qué queda de todo ello diez años después? El panorama es bastante desolador, hemos pasado del bipartidismo a tener más fuerzas en todo el espectro político, algunas de un tinte que hacen pensar que tal vez estábamos mejor antes. También surgió una fuerza política que decía ser heredera del 15M. Es el caso de Podemos. Pero el 15M era un movimiento transversal y asambleario y Podemos se ha convertido en un partido jerárquico. El 15M era un movimiento que no tenía líderes visibles ni querían que nadie fuese el representante del movimiento y Podemos se presentó a las primeras elecciones europeas con la foto de Pablo Iglesias en la papeleta. Lo único que cumplen es en que no piden dinero prestado a los bancos para no estar en deuda con ellos, pero no por ello pueden declararse herederos del 15M.

Hoy en día parece que los problemas por los que protestábamos hace diez años no han sido solucionados. Seguimos igual o peor. Les recomiendo que si quieren recordar cómo fueron aquellos tiempos de protesta se lean el libro “Memorias y libelos del 15M” de Ernesto Castro. Hace un retrato crudo y divertido de todo lo que fueron aquellas protestas que, tal vez, no tardarán en repetirse, de lo contrario en vez de indignados pasaremos a ser resignados.

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