Todos hemos conocido a alguien con mascota que llegado cierto momento ha tenido que darle una inyección para poner fin a su sufrimiento. En un acto de amor le han dejado ir para que ese animal al que tanto quieren no sufra más y se vaya lo más dignamente posible.
Hoy (día 17 de diciembre) se ha aprobado en el congreso la ley de la eutanasia. Hay un gran consenso para que se apruebe pero los que se oponen a ella son PP y VOX, que han calificado la ley de “retroceso en la civilización” y acusan al gobierno de decidir “qué vidas carecen de valor y no son dignas de ser vividas” en un intento de malinterpretar lo que verdaderamente se está votando.
Lo que está en juego es la dignidad de las personas a la hora de irse, tener la posibilidad de poner fin a un sufrimiento y a una situación irreversible. A fin de cuentas, que uno mismo pueda decidir cuál es el momento de marcharse sin prolongar la agonía suya y la de sus familiares. Para ello se ha propuesto una ley con máximas garantías para que no haya presión externa de ninguna índole y habrá una comisión de garantía y evaluación que, como su propio nombre indica, evaluarán y garantizarán la seguridad de que todos los procedimientos son adecuados y correctos.
Por otro lado está la derecha más rancia, que claman al cielo ante este derecho calificándolo de “homicidio” influidos por los discursos de la Iglesia católica, que es el principal lobby que se opone a esta ley, y dando las espalda a sus propios votantes, ya que el 65% de los votantes del PP y el 73% de los de VOX están a favor de la eutanasia.
Uno de los argumentos que utiliza la Iglesia y plataformas ultracatólicas como HazteOir que influyen a estos partidos que se oponen es que la muerte asistida “no es la voluntad de dios”. ¿Pero cómo saben ellos cuál es la voluntad de dios? Y en caso de que se haya pronunciado al respecto (cosa que no ha hecho) ¿Por qué quieren imponer a los demás su visión de ver el mundo? Lo que tienen las religiones monoteístas es que tratan de imponer a los demás sus propios dogmas, no les basta con no hacer uso de la ley si no quieren y dejar que los demás ejerzan su derecho si así lo desean, sino que creen que su moral y principios son universales y deben ser aplicados a todo habitante del planeta. Y es curioso, con más de tres mil religiones que existen en el planeta siempre piensan que la suya es la verdadera.
La ley respeta a todos, a los que no quieren hacer uso de ella y a los que desean poner fin a su sufrimiento. Que se vaya un ser querido no es agradable para nadie, pero que pueda decidir poner fin a su sufrimiento, sin paliativos que prolonguen la agonía, es un derecho que nos hará avanzar como sociedad. Ya es hora de que los humanos puedan poner punto y final a su vida igual que lo han hecho nuestras mascotas que, hasta ahora, tenían más derechos y dignidad que nosotros a la hora de morir.
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