Bunbury nos sorprende con su segundo álbum en lo que va de año. El tiempo que debía invertir en la gira que tenía prevista lo ha empleado en encerrarse en el estudio de grabación para darnos este nuevo trabajo.
Lo primero que sorprende de su nueva propuesta es su cohesión, mantiene una musicalidad constante durante toda su obra que nos recuerda a sus últimos trabajos. Sonido de saxo, voz poderosa, ritmos no muy rápidos y poco barroquismo musical aunque con muchos detalles.
Cuando nos introducimos en sus letras vemos a un Bunbury crítico e irónico que huye de los convencionalismos. Un Bunbury reflexivo que no utiliza grandes metáforas y a medida que pasa el tiempo parece que vemos a un Bunbury cada vez más claro y directo, que da sus embestidas y ganchos de derecha más fuertes que nunca. En “N.O.M.” llama ladridos de perro a lo que muchos aportan, tal vez en las redes sociales a los que llama “Malditos charlatanes” como así indica el título de otra canción.
En “El día de mañana” repasa todos los consejos que una persona previsora puede dar y parece que comunica con la última canción “Tenías razón en todo”, aunque esta última es una canción de amor atípica, más de admiración y respeto, que no quiere convertir en un debate abierto, como bien dice la canción.
Pasamos a “El precio que hay que pagar” que Bunbury ayer mismo dijo en su rueda de prensa de presentación de todo que es un precio que paga con gusto y resignación, que sabe a lo que se expone, que hay cosas que le gustan menos pero que trata de llevarlas lo mejor posible, como por ejemplo tener que explicar en cada entrevista por qué el disco se llama “Curso de levitación intensivo”.
“Dentro de una pecera nos bebemos todo el mar” dice en “El momento de aprovechar el tiempo”, me recuerda a la frase de “Los términos de mi rendición”: “Sé que el romper de una ola no puede explicar todo el mar”. Y es que Bunbury vuelve y vuelve a las imágenes del mar desde tiempos de Héroes del silencio.
En “Tsunami” escuchamos un saxo casi mágico y “En el pálido punto azul” nos recupera la frase de Carl Sagan tras ver la imagen de la Tierra desde el Voyager en la que se veía como un punto azul insignificante y que nos recuerda cuál es nuestro lugar en el universo.
Llegamos a “Ezequiel y todo el asunto del Big bang”, la que es para mí la mejor canción de todo el álbum, con una melodía preciosa y que narra cómo a veces esperamos señales del cielo que nos digan algo
Y acabamos con “La gran estafa” y “Tenías razón en todo”, con la que se aprecia que hay muchos momentos audiovisuales en sus canciones, referencias a películas y sentimientos muy bonitos que le hacen reconciliarse con su pasado.
Personalmente los discos de Bunbury siempre me cuestan de digerir al principio, pero poco a poco voy absorbiendo los matices y melodías y comienzan a formar parte de mí, pero todas necesitan un reposo muy largo para que lleguen a ese punto. Tan sólo nos queda agradecer a Bunbury que nos haya regalado dos trabajos como estos en este último año.
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