Me dicen que lo supere. Que ya ha pasado mucho tiempo. Llevo unos ocho años sin ir. Pero sigo amando el lugar en el que fui tan feliz. Sé que tiendo a idealizar el pasado, olvido lo malo y me quedo con lo bueno en todos los casos. Pero no sabía hasta qué punto se puede amar un país.
Allí viví momentos inolvidables, tenía siempre algo que hacer, tenía un grupo de amigos. Me quedo con las noches de Estambul en las que siempre pasaba de todo. Con los taxis kamizakes que cruzaban la ciudad temerariamente. Con la hospitalid turca que es de las mejores que me he encontrado en el mundo. Con las fiestas en casas de completos desconocidos en los que borracho pensaba: algún día me acordaré de estas fiestas tan extrañas con gente que no volveré a ver en mi vida. Me quedo con su gastronomía, sus rincones secretos, con la belleza de algunos paisajes y con ese sentimiento de que de algún modo siempre será mi casa.
Fue un año inolvidable. Viajé por muchas partes del país y del mundo. Conocí a gente increíble aunque se han distanciado en el tiempo. Sentí el significado de lo que es la amistad.
Puede que todo sea irreal, pero en mi inconsciente sigue latente. A veces visito con google maps los lugares en los que estuve en ataques de nostalgia profundos. Sé que esos tiempos nunca volverán y eso me entristece. ¿Habré ya vivido el mejor año de mi vida? Es probable.
A veces pienso en esa turca que conocí y con la que estuve. Me dijo que sólo estaría con un hombre en su vida. Yo me asusté cuando me dijo eso y dejé de quedar con ella porque no sabía entonces lo que quería. Ella se alejó y me borró de todas las redes sociales, ahora no sé nada de ella. Me hubiese gustado ser su amigo para seguir aprendiendo tantas cosas que me enseñó, pero no pudo ser. Tal vez si hubiese accedido no me hubiese ido nunca de allí y seguiría disfrutando de ese país que amo tanto. Ahora espero que ella haya encontrado lo que buscaba y que sea feliz allá donde esté.
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