lunes, 1 de junio de 2020

Crispación


No me gusta lo que veo y leo en periódicos y redes sociales. Me incomoda la radicalización de la gente con sus ideas, que cada vez son más extremas. Parece que no queda espacio para el entendimiento y para la sensatez. Y ojo, no me confundan, Santiago Segura dijo algo parecido y se incendiaron las redes contra él. 

Veo que la gente se está distanciando por culpa de sus ideas políticas. Cierto es que a mí no me influye que una persona sea de una ideología u otra para seguirla o ser su amigo salvo cuando comienza a invadir mi espacio, a cuestionarme o a montar pollos por lo que digo en mis redes. Pero confesaré que yo también he caído a veces en la radicalización porque parece que si no te posicionas te estás quedando atrás o estás siendo cómplice de un silencio que condena a los unos o a los otros.

Por suerte muchos medios aún tienen sensatez, pero ciertos periódicos ya no tienen mesura a la hora de escribir sus titulares. Algunos incluso mienten deliberadamente y lo ponen como advertencia en sus términos y condiciones, como puede ser el caso del periódico “Mediterráneo digital”. Pero se supone que estamos en un país libre y cada uno puede publicar lo que se le cante de las pelotas.

Sueño con un mundo en el que la política no sea el eje central de las noticias. Donde los políticos sean simples funcionarios elegidos por todos pero que no sean nada protagonistas al igual que no es protagonista un secretario de una empresa cualquiera que gestiona las llamadas de teléfono. Pero el foco está en ellos, y todo lo que dicen, hacen y dejan de hacer tiene repercusión en todas partes. Toda la gente opina de ellos y me parece bien si así lo han elegido libremente, pero se pierden energías en escribir cosas más constructivas y edificantes.

Mi mundo ideal sería el que plantean en los documentales de Zeitgeist, un mundo que no estuviera movido por el dinero, con economía de recursos, basado en la ciencia. Tiene aún muchas lagunas y muchas preguntas que responder, pero me niego a pensar que no hay más opciones que la izquierda o la derecha, el comunismo o el capitalismo o entre los liberales y los progresistas. Me niego a pensar que no existan sistemas aún por descubrir y definir que no sean mucho más eficientes. Para mí el dinero es la base de toda corrupción política y ética, es el problema de todo, pero hoy en día el mundo no se entiende sin dinero, sin que la gente trabaje por dinero y que el poder se consiga invirtiendo mucho dinero. Me parece perverso.

No tengo la respuesta, ni la fórmula. Tan sólo pido perdón a los habitantes del año 4000 que nos estudiarán en los colegios cuando repasen la llamada “Segunda edad media” que se distinguirá de la primera en que la segunda había tecnología digital, pero en comportamiento seguíamos siendo tribales y primarios.

Si no fuera porque España ha tenido tantas guerras civiles por causas absurdas me daría igual esta situación. Pero el ambiente es absolutamente guerracivilista y se está polarizando las posiciones de la gente cada vez más. El centro está desapareciendo, la cordura está cada vez menos cotizada y aquí se está viviendo un “sálvese quien pueda” y parece que si no haces ruido o no dices la burrada más grande no tienes razón.

Cada día estoy más disgustado, más distanciado, ya no entro en debates estériles en redes sociales sobre política, me parece una pérdida de tiempo porque no vas a convencer a nadie de nada. Quisiera que hubiera un apagón general y olvidarme de todo, pero sé que eso es imposible.

La pandemia no nos ha hecho mejores, ni más empáticos, ni más humanos ni nada de lo que se proclamaba e intentaba difundir en los medios con mensajes optimistas.

Somos la misma mierda de siempre, incluso peor.

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