De pequeño soñaba con ser futbolista. Quería meter goles
para mi Valencia. Pero nunca me apunté a una academia de fútbol ni jugué en mi
vida un sólo partido de fútbol de once contra once. Recuerdo que una vez fui al
entrenamiento de los juveniles de mi pueblo para ver si me apuntaba, fui con mi
madre. Nos dijeron que valía diez mil pesetas mensuales (60 euros) y no sé por
qué motivo al final no me apunté, creo que tenía miedo de algo y además era muy
caro. En definitiva, ahora tengo 37 años y me doy cuenta de que no luché por mi
sueño ni un segundo. Es cierto que jugué partidos de fútbol sala o fútbol 7 y
metí algunos goles, pero eso no es nada comparable con haber jugado durante un
tiempo al deporte que me apasiona.
No sé por qué cuento mi vida cuando escribo. Aunque no todo
lo que escribo es real. A veces maquillo cosas, mezclo cosas, me apropio de
cosas que me han contado y el resultado es el que es. Decía Jordi Sierra i
Fabra que lo primero que tiene que saber un escritor es que a nadie le importa
tu vida. Él ha escrito muy poco sobre sí mismo, todo lo que escribe se lo
inventa. Y si tiene algún problema que le inquieta sobre el cual quiere
escribir proyecta esos problemas en los personajes que crea y filosofa sobre
ellos.
¿Pero de qué voy a escribir si no es sobre lo que conozco y
de lo que me pasa? Hace tiempo que no utilizo el blog a modo de diario donde
cuento anécdotas y donde me leían cuatro amigos fieles. Me divertía mucho hacerlo
y leer los comentarios. Casi siempre los comentarios eran muchísimo mejores que
el texto en sí, pero eso era cuando todavía no había redes sociales y había más
ganas de leer. Ahora nadie lee nada que no tenga la extensión de un tweet.
Pues me gustaría contaros cómo me va ahora que la pandemia
me ha dado tiempo para reflexionar. Es cierto que he pensado mucho sobre mi
vida y de mis prioridades durante este tiempo y la verdad es que necesito
ilusiones nuevas. O más que ilusiones nuevas cumplir las que tengo en mente.
Acabé la universidad y estuve buscando durante años trabajo en el mundo de la
comunicación y fracasé estrepitosamente. Ahora tengo un trabajo que nada tiene
que ver con lo que he estudiado y me sirve para tener dinero pero no me hace
feliz. ¿Qué hacer ante estos casos?
Os voy a contar un poco cuáles son mis ilusiones. ¿Sin ellas
qué seríamos? Tengo ilusión por viajar sin billete de vuelta durante un tiempo,
quiero recorrer sobre todo Asia, volver a India, pasar por Nepal y luego dar el
salto para recorrer Thailandia, Laos, Camboya y Vietnam. Y luego si es posible
dar el salto a Indonesia. También me gustaría ir a Japón, pero Japón no entra
dentro de esos destinos low-cost que planeo.
También me gustaría hacer un máster, no quiero dejar de
formarme y me gustaría especializarme en algo, ya que no hice ningún máster en
su momento. La verdad es que la escritura de guión me llama mucho la atención.
Quizás un máster de guión cumpliría con mis expectativas, y eso que sé que el
mercado laboral al respecto está muy mal. ¿Pero desde cuándo las cosas hay que
hacerlas por sus frutos y no por el hecho en sí de hacerlas y de disfrutar del
momento? Nos vamos a morir igual y lo de buscar salidas es para los que van en
autopista.
Respecto a amores… no he tenido mucha suerte al respecto.
Estuve con una chica con la cual me reía mucho, tenía un sentido del humor muy
peculiar y muy negro y eso me divertía, pero al cabo del tiempo las cosas se
torcieron, parecía que no cumplíamos ambos las expectativas del otro y la cosa
se fue muriendo poco a poco. Y no es un tema que me preocupe demasiado, tener
pareja no es algo que desee fervientemente, aunque pensando en el viaje sí que
me gustaría hacerlo con alguien, pero si no llega ese alguien también me da
igual y lo haré solo. Cuando uno viaja solo conoce a más gente que viajando con
alguien o en grupo.
Lo que sé es que mi vida actual necesita algunos alicientes,
y sin esa ilusión no tendríamos motor por el que vivir. No me gusta la vida
tranquila y estática, quiero correr riesgos, vivir, equivocarme, tener
experiencias sobre las que escribir (porque escribir es una de mis pasiones) y
sentir que he hecho algo productivo.
No quiero que pasen otros 37 años y me darme cuenta de que
no luché por mis sueños. Ahora ya tengo edad para retirarme de los terrenos de
juego, pero ni siquiera llegué a entrar en ellos.
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