martes, 26 de mayo de 2020

Pandemia


De pequeño soñaba con ser futbolista. Quería meter goles para mi Valencia. Pero nunca me apunté a una academia de fútbol ni jugué en mi vida un sólo partido de fútbol de once contra once. Recuerdo que una vez fui al entrenamiento de los juveniles de mi pueblo para ver si me apuntaba, fui con mi madre. Nos dijeron que valía diez mil pesetas mensuales (60 euros) y no sé por qué motivo al final no me apunté, creo que tenía miedo de algo y además era muy caro. En definitiva, ahora tengo 37 años y me doy cuenta de que no luché por mi sueño ni un segundo. Es cierto que jugué partidos de fútbol sala o fútbol 7 y metí algunos goles, pero eso no es nada comparable con haber jugado durante un tiempo al deporte que me apasiona. 

No sé por qué cuento mi vida cuando escribo. Aunque no todo lo que escribo es real. A veces maquillo cosas, mezclo cosas, me apropio de cosas que me han contado y el resultado es el que es. Decía Jordi Sierra i Fabra que lo primero que tiene que saber un escritor es que a nadie le importa tu vida. Él ha escrito muy poco sobre sí mismo, todo lo que escribe se lo inventa. Y si tiene algún problema que le inquieta sobre el cual quiere escribir proyecta esos problemas en los personajes que crea y filosofa sobre ellos.

¿Pero de qué voy a escribir si no es sobre lo que conozco y de lo que me pasa? Hace tiempo que no utilizo el blog a modo de diario donde cuento anécdotas y donde me leían cuatro amigos fieles. Me divertía mucho hacerlo y leer los comentarios. Casi siempre los comentarios eran muchísimo mejores que el texto en sí, pero eso era cuando todavía no había redes sociales y había más ganas de leer. Ahora nadie lee nada que no tenga la extensión de un tweet.

Pues me gustaría contaros cómo me va ahora que la pandemia me ha dado tiempo para reflexionar. Es cierto que he pensado mucho sobre mi vida y de mis prioridades durante este tiempo y la verdad es que necesito ilusiones nuevas. O más que ilusiones nuevas cumplir las que tengo en mente. Acabé la universidad y estuve buscando durante años trabajo en el mundo de la comunicación y fracasé estrepitosamente. Ahora tengo un trabajo que nada tiene que ver con lo que he estudiado y me sirve para tener dinero pero no me hace feliz. ¿Qué hacer ante estos casos?

Os voy a contar un poco cuáles son mis ilusiones. ¿Sin ellas qué seríamos? Tengo ilusión por viajar sin billete de vuelta durante un tiempo, quiero recorrer sobre todo Asia, volver a India, pasar por Nepal y luego dar el salto para recorrer Thailandia, Laos, Camboya y Vietnam. Y luego si es posible dar el salto a Indonesia. También me gustaría ir a Japón, pero Japón no entra dentro de esos destinos low-cost que planeo.

También me gustaría hacer un máster, no quiero dejar de formarme y me gustaría especializarme en algo, ya que no hice ningún máster en su momento. La verdad es que la escritura de guión me llama mucho la atención. Quizás un máster de guión cumpliría con mis expectativas, y eso que sé que el mercado laboral al respecto está muy mal. ¿Pero desde cuándo las cosas hay que hacerlas por sus frutos y no por el hecho en sí de hacerlas y de disfrutar del momento? Nos vamos a morir igual y lo de buscar salidas es para los que van en autopista.

Respecto a amores… no he tenido mucha suerte al respecto. Estuve con una chica con la cual me reía mucho, tenía un sentido del humor muy peculiar y muy negro y eso me divertía, pero al cabo del tiempo las cosas se torcieron, parecía que no cumplíamos ambos las expectativas del otro y la cosa se fue muriendo poco a poco. Y no es un tema que me preocupe demasiado, tener pareja no es algo que desee fervientemente, aunque pensando en el viaje sí que me gustaría hacerlo con alguien, pero si no llega ese alguien también me da igual y lo haré solo. Cuando uno viaja solo conoce a más gente que viajando con alguien o en grupo.

Lo que sé es que mi vida actual necesita algunos alicientes, y sin esa ilusión no tendríamos motor por el que vivir. No me gusta la vida tranquila y estática, quiero correr riesgos, vivir, equivocarme, tener experiencias sobre las que escribir (porque escribir es una de mis pasiones) y sentir que he hecho algo productivo.

No quiero que pasen otros 37 años y me darme cuenta de que no luché por mis sueños. Ahora ya tengo edad para retirarme de los terrenos de juego, pero ni siquiera llegué a entrar en ellos.

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