martes, 7 de enero de 2020

Crónicas de Berlín



Desde el 2012 no cogía un avión. Y eso que viajar es una de las cosas que más me gustan en este mundo, pero por circunstancias de la vida, que no voy a especificar, no he podido viajar tanto como me gustaría. También decir que a mí lo que me gustaría es estar en otra parte, pero no ha podido ser. Necesitaba este viaje para despejar la mente, para salir del estado de letargo en el que estaba, y porque, coño, llevo un año trabajando y ahorrando dinero y me lo merecía en mis vacaciones.

¿Por qué Berlín? Porque me hermana me sugirió ir juntos, y la verdad que escapar a cualquier sitio me parecía buena idea. También quería ir desde hace tiempo a Alemania y nunca había tenido la oportunidad. Tampoco estaba con ánimo para hacer un viaje largo, así que cinco días me parecían perfectos para escapar un poco de la rutina.

Día 1

Ya estoy en Berlín. He venido sin hacerme ninguna expectativa de nada, para que me sorprenda, para que me impresione y lo cierto es que ya siento esa sensación que tanto me gusta de estar viajando y de descubrir cosas nuevas.

Hemos salido pronto de casa, y al llegar al aeropuerto nos pusimos en la cola de facturación. Allí una chica se coloca detrás y me pregunta si es la cola para el vuelo a Stuttgart, le digo que sí. Y como desde hace tiempo me he propuesto ser más sociable e interactuar con desconocidos le pregunté si era su destino final o hacía escala allí. Me comenta que va a hacer escala, le digo que yo también voy a hacer escala. La veo cargada de bolsas llenas de turrón y le digo:

-¿Qué? ¿De visita navideña a la familia y cargada de turrón para la vuelta?
-Sí, una visita relámpago y mira, voy toda cargada.
-¿Qué? ¿Estás expatriada como muchos españoles?
-Sí, ahora vivo en Alemania y llevo allí unos meses.

Siempre me pasa, cuando los paletos de pueblo cogemos un avión siempre pensamos que se va a estrellar, al menos siempre te planteas la posibilidad, pero luego te das cuenta de que es mejor no pensar en ello y que pase lo que tenga que pasar, pese a todo dicen que es el medio de transporte más seguro del mundo, por algo será.

Subimos al avión y a mi hermana le toca la ventana, a mí me toca el asiento del medio, y de pronto llega la chica de la cola y se sienta a mi lado en el asiento del pasillo.

-Otra vez tú aquí, quizás como hemos facturado seguido nos han puesto juntos.

El avión despega sin ninguna incidencia. El vuelo durará dos horas. Yo no he llevado ni libro ni nada, simplemente me limito a disfrutar del momento. Mi hermana lee y la chica de al lado se pone a dormir en una posición muy extraña.

Al rato la chica se despierta, le pregunto si está trabajando en Alemania o qué hace por allí.

-Llevo tres meses trabajando en Alemania en un hotel de recepcionista de noche.

Me río, le digo que es mucha casualidad, que está hablando con otro recepcionista de noche y que mi hermana hasta hace bien poco también era recepcionista.

Comenzamos a conversar y me comenta que ella ha estudiado historia y políticas pero que ahora se plantea hacer un cursillo en el Instituto Cervantes para ser profesora de español en Alemania. Le digo que yo tampoco trabajo de algo relacionado con lo que he estudiado, que soy Comunicador Audiovisual y que no encuentro trabajo de lo mío.

Mi hermana se incorpora a la conversación y comentan un poco las diferencias de España con Alemania, concluimos que España tiene un patrimonio gastronómico incomparable, que no es por ser chovinistas pero que se vive muy bien aquí y tal. Hablamos de lo que nos apasiona, de lo mucho que me gusta la fotografía, el cine, ella comenta también lo que le gusta… se pasa el vuelo volando, nunca mejor dicho.

Al llegar nos desea que tengamos un buen viaje, nos damos dos besos y le digo que por Instagram puede ver las fotos que vaya haciendo. Me dice que no tiene Instagram, pero sí que tiene Facebook.
Al llegar a Stuttgart comienza a notarse el frío. La escala es corta, apenas 45 minutos, mucho mejor así. Cogemos el otro avión y llegamos a Berlín, todo sale rodado y puntual excepto el autobús, que cogimos el que nos indicaba Google y no sabíamos dónde parar. Cuando hemos visto que estaba más o menos cerca de nuestro hotel hemos parado, pero teníamos que caminar 19 minutos con la maleta. Pero ha estado bien porque hemos paseado un poco y hemos visto el ambiente cómo está. Y lo que nos ha sorprendido es que estaba casi todo cerrado porque era festivo en Alemania.

Llegamos al hotel, y tenía buena pinta, parecía viejo pero era de cuatro estrellas y se notaba la calidad. Es el hotel Domicil. Luego hemos salido a dar una vuelta por los alrededores y hemos visto que hay restaurantes de todas las nacionalidades posibles. Hemos cenado en un kebab, ya que nos apetecía mucho comernos uno, mi hermana ha derramado una Coca Cola mientras intentaba abrirla y ha sido gracioso. El kebab estaba buenísimo. Vemos un cine y veo la palabra “Kino”, mi hermana me explica que Kino significa cine en alemán, aprendo mi primera palabra en alemán del viaje.

Mi hermana enchufa la tele y se emociona al entender el alemán, se acuerda de muchas palabras y frases y se le desatan las ganas de volver a estudiarlo.  Decir que ella estuvo un año viviendo en Alemania cuando estuvo de Erasmus en el 2003-2004.

Mañana nos esperarán más cosas.

Día 2

Hemos desayunado en una cafetería y me han cobrado 3,50 por un café con leche. Desde luego los precios no son el fuerte de Alemania, todo me parece carísimo.

Me doy cuenta de que los semáforos para los peatones duran poco en Berlín, pero poco poco, exageradamente poco, no te da tiempo de cruzar a un paso normal sin que se ponga en rojo. Me pregunto cómo cruzarán las personas mayores o los discapacitados, no les da tiempo de cruzar en los pocos segundos que dura el semáforo en verde.

Veía una serie que se llamaba “Berlín Alexanderplatz” que en su día no tuvo éxito durante su emisión pero ahora se considera una obra cumbre de Fassbinder. Gracias a eso supe que Alexanderplatz es una plaza de Berlín, quizás la más importante.

Allí es donde nos hemos dirigido esta mañana, no hemos subido pero es una edificación espectacular, curiosamente se construyó en la Alemania democrática, la comunista, y yo pensaba que era del lado capitalista, pero no.

Entro en Primark a comprarme un gorro, ya que se me había olvidado coger uno. Es la primera vez en mi vida que entro en un Primark y anoto una nota mental para el resto de mi vida: No volver a entrar en mi vida a un Primark, está lleno de gente y da asco.
  
Hemos visto el Berliner Dom, hemos estado en la isla de los museos, no hemos entrado todavía a ninguno pero habrá tiempo. Luego hemos visitado la puerta de Brandeburgo, nos hemos hecho las correspondientes fotos. Hemos visto el Monumento a los judíos de Europa asesinados que hay en un parque allí cerca. No ha hecho buen tiempo pero tampoco malo, las temperaturas están muy bajas y ha lloviznado un poco, pero nada considerable.

Luego hemos ido a un restaurante vietnamita donde servían comida del país y sushi vietnamita, he pedido una cerveza vietnamita también y tenía buen sabor, ni muy buena ni muy mala. Hemos ido a un barrio con unas casitas con muchos grafitis, estaba lleno de turistas, eso sí, es inevitable. Había un museo allí pero no hemos entrado.

Otra cosa que me llama la atención es lo poco iluminada que está Berlín, hay calles muy oscuras, con farolas muy lejos unas de otras y con muchas zonas oscuras.

Por la noche visitamos a una amiga española que trabaja en un bar americano en el centro. Nunca nos hemos conocido en persona y la verdad que ha sido emocionante. Llevábamos hablando desde el 2013 más o menos y me ha comentado que no le gusta el bar en el que trabaja, que no comiéramos allí. Me comenta que está ahorrando para hacer un cursillo de dirección de cine en Granada, como buena aficionada al cine que es. Le animo a que lo haga, pienso que hay que luchar por los sueños de cada uno, no mirar si una cosa tiene salida o no, no somos autopistas que necesitemos salida. Lo cierto es que me encantó conocerla después de tanto tiempo de amistad virtual.

Día 3

Desayunamos en el hotel unas galletas que compramos el día anterior, para que no nos sableen otra vez en una cafetería. Y nos dirigimos a la parte del muro de Berlín que todavía se conserva. Lo cierto es que me ha impresionado bastante ver un trozo de historia viva de las consecuencias de la segunda guerra mundial. No esperaba que me impresionara pero así lo ha hecho. Luego hemos visitado el museo y centro de documentación que hay al lado con toda la historia del muro, donde hay un homenaje a las víctimas que murieron intentando cruzar el muro.

Visitamos el Checkpoint Charlie, y es donde se cruzaba del lado comunista al lado americano. Y decir que es lo más absurdo que he visto en mucho tiempo, no entiendo la cantidad de turistas que se agolpaban para hacerse fotos en la caseta de control. Hay un cartel de entonces que se conserva, un pequeño museo y muchas tiendas de souvenirs. No le veo sentido.

Hemos comido en un hindú que había cerca, no estaba mal, típica comida hindú.

Después hemos ido al Neues Museum y había muchas antigüedades egipcias y griegas que impresionan bastante. He visto el famoso busto de Sócrates, que lo he reconocido. Y como tesoro principal tienen el busto de Nefertiti.

Día 4

Hoy nos hemos levantado un poquito más tarde. Hemos ido a ver el Bundestag, el parlamento alemán, es impresionante, muy grande y está delante una explanada muy grande. Los alemanes hacen todo a lo grande.

Luego hemos ido a una parte del muro de Berlín donde están los famosos grafitis, el del beso, y la verdad que había tantos turistas que daba asco.

Hemos comido en un kebab. Y luego hemos ido a un mercadillo de Alexanderplatz a bebernos un Glühwine, que consiste en un vino caliente que lejos de lo que pueda parecer está muy bueno. Mi hermana dice que los mercadillos dan mucha alegría. Y lo cierto es que pasear por ellos está muy bien, hay muchos puestecillos con todo tipo de artículos para regalo. Y hemos cenado un Currywurst, que es una salchicha con curry que está realmente rica. También hemos probado unas cosas dulces que no sé cómo se llaman que eran unas bolitas que hacían como sabor a churro pero mucho más dulce.

Cosas malas: está todo lleno de españoles. Son una plaga. Y mi amiga la que trabaja en el bar nos dijo que son los peores clientes porque nunca dejan propina y cuando eso pasa para compensar tiene que poner dinero de su bolsillo para hacer la media.

También hemos visitado al Museo de Pérgamo con panorama, pero no era muy grande para el precio que valía, había una reconstrucción en 360 grados de la ciudad de Pérgamo de cómo era entonces en unas paredes altísimas. También estaba lleno de esculturas de la época y una parte donde se disculpaban de tener esas esculturas de otro lugar pero que lo hacían para salvarlas de su completa destrucción. Me doy cuenta de que me encanta hacer fotos a esculturas, más que a las personas, las esculturas posan mejor, son más fotogénicas y las personas dan asco.

Le di like a unas cuantas personas en Tinder y una chica me dio match, le pregunté si hablaba en inglés y me dijo que por supuesto. Me preguntó si tenía plan para hoy y le dije que todavía no. Entonces me sugirió: “¿Qué tal un café y si hay química vamos a tu casa?”. Nunca me habían hecho una propuesta tan directa por Tinder. Pero no contesté, no sabía que responder. No me gusta ir a saco en esos temas. Al no responderme y pasar los días terminó por eliminarme, pero bueno, no me importó.

Día 5

Hemos ido al palacio de Charlottenburg. Es enorme, de una punta a otra hay que caminar muchísimo. Realmente impresiona su grandeza, su arquitectura es algo sobria, aunque tiene algunas esculturas coronando la parte central. Había unos jardines muy grandes, por donde hemos paseado, había un lago lleno de patos.

Luego hemos visto una Iglesia derruida durante la guerra, la Iglesia Memorial Kaiser Wilhem, que tiene otra iglesia al lado con vidrieras azules que impresionaba bastante. Había un mercadillo típico alemán en los alrededores. Y luego hemos visitado la plaza Gendarmenmarkt donde, como no, había otro mercadillo pero que costaba un euro de entrar y había música en directo. Donde nos hemos tomado un Currywurst y un Glühwine.

Por la noche hemos hecho compra de regalitos por el centro y hemos cenado una especie de escalope, que es típico alemán.

Alemania está bien, sobre todo si eres alemán y tienes el sueldo que cobran en Alemania, que el sueldo medio ronda los 4000 euros, con ese sueldo todo parece barato.

Conclusiones; Alemania me ha gustado, volvería, pero no me ha enamorado. Berlín es una ciudad llena de historia, que ha sufrido como nadie la guerra fría y que es un monumento vivo a la historia más reciente. Me ha gustado mucho más el lado comunista que el capitalista,los edificios viejos de la época eran más simétricos y menos pomposos, quizás es por pura nostalgia.

Viajar me ha sentado realmente bien. Me ha hecho olvidar todo y me ha hecho despejarme.

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