domingo, 17 de marzo de 2019

Y ahora estás en mi lista de promesas a olvidar



Sabía que entraba a mi blog porque veía en las estadísticas de la página que una persona de su localidad entraba a diario en mi página. Sabía que era ella, porque en mi página no entra ni Dios y la única persona que conocía de allí era ella.

Le tendí una trampa y escribí un post en el que me preguntaba dónde estaría ella. No tardó en contestar, habían pasado cinco años desde nuestro último contacto, y me dejó este mensaje en el blog:

“Jamás me equivoqué respecto a ti. Realmente no te conoces, como yo sí te conozco.
Sé que seguiste el rastro de mi curiosidad y por eso has escrito este post. Querías una respuesta y tengo tanto amor hoy en día que no me importa ser generosa contigo una vez más.

Sí, ya que quieres saber de mí, te contaré que por primera vez sé lo que es el amor. Estoy enamorada y amo, me aman más de lo que podría imaginar y soy muy feliz. He conocido a alguien auténtico, no a alguien que cree serlo y que vive en un submundo de irrealidades y equívocos como tú. Alguien sincero, sin bajezas ni mundos ocultos.

Me siento plena y llena de alegría, jamás perdí mi pureza, sólo me sentí decepcionada por no aceptar lo que veía: tus debilidades, tu lado oscuro, y la inutilidad de mi ayuda, pero sobretodo el no haber confiado en mi criterio. Porque tú eliges muy mal cuando crees que alguien se fija en ti. Estarán enfermas, serán carroña, serán pseudo artistas que te inciten y motiven al romanticismo inmaduro o al sexo vulgar, serán putas zorras como las definías, serán chicas buenísimas etc, etc, pero ¿y tú? ¿qué eres? ¿Dónde está tu luz que nadie es capaz de verla? ¿Acaso todos son ciegos? No eres quien para suponer sobre nadie, siquiera sobre lo que tu ego te dice estar seguro. Eres una mentira prefabricada, en parte por ti mismo, en parte por tu praxis vital. Podrás seguir engañándote y engañando al resto del populacho que cree conocerte y que sólo creen ver la ´profunda capa de la cebolla, tienes más en la superficie que dentro. No eres un asesino criminal, sólo eres un pobre idiota, un ignorante de la vida y de los sueños.

No, yo tampoco te amé. Sólo fuiste una ilusión sobre la que proyecté mi deseo de querer a alguien de acuerdo a lo que sería mi alma gemela. Un error de una chica inocente y llena de sueños en aquella etapa de mi vida.

Lamento que hoy estés solo con tu mente "privilegiada" e infeliz, pero el pasado pasó y ya no está. Ni quiero, ni deseo aportarte nada, pues todo cayó en saco roto y las perlas jamás deben darse a los cerdos.

Sigue tu estela y veremos a qué puertos te llevan. Deseo que en uno de ellos, te descubras y te encuentres.”

Esas fueron sus últimas palabras. Lo habíamos dejado hacía mucho tiempo. Las broncas eran constantes, continuamente me acusaba de engañarla sin hacerlo, me acusaba de mentirle. Realmente me sentía mal cuando me acusaba, quería quitarle sus pensamientos de la cabeza pero era imposible, era luchar contra un fantasma que no existía, tenía que desmentir sus acusaciones de engañarla con otras, cuando yo si estoy con una persona es porque quiero estar con ella, no porque me apetezca estar con otras.

Fue ella la que me dejó una noche que salí. Mis padres me llamaron al móvil para preguntarme cómo estaba y se me acabó la batería del móvil. Ella después me llamó al teléfono y lo tenía apagado. Llamó a mi compañero de piso y él le dijo que había salido. Cuando llegué a casa y conecté el teléfono vi que me mandó mensajes diciendo que yo apagaba el móvil para irme de fiesta y evitarla, que era un sinvergüenza. Fue inútil explicarle que yo no tenía la necesidad de esconderme de nadie, que simplemente se me acabó la batería del móvil y que no tenía ningún problema en decirle que había salido a tomar algo con los amigos.

Me cansé de luchar. Si ella quería dejarme lo aceptaba. No podía soportar la idea de que continuamente me acusaran de hacer cosas que no había hecho, que si le engañaba con otras, que si tonteaba con otras, que si tenía amigas, se enfadaba por todo lo que hacía y una relación así era insufrible.

Otros años después de dejarme el mensaje en el blog volvió. Me dijo que se iba a casar pero no quería hacerlo porque seguía enamorada de mí. Me sugirió que volviéramos. Yo le dije que se casara, que yo no funcionaba así, que no podía volver con una persona así de la nada con la que no había tenido contacto en años, que me pillaba frío, que no podía hacer algo así.

Estuvo varias semanas hablándome. Me preguntaba constantemente si tenía novia. Yo le dije la verdad, y es que no tenía. Pero no me creía, decía que sí que tenía. Yo le volvía a decir que no tenía por qué mentir en un asunto así, pero me llamó y me dijo que le demostrara que no tenía novia. Y no se me ocurrió mejor cosa que pasarle el teléfono a mi padre para que él le confirmara que, en efecto, no tenía novia. Y así lo hizo.

En esos mensajes que me mandaba de vez en cuando me decía “te quiero”. Yo le decía que no era buena idea que me dijera esas cosas, que yo no estaba por la labor, que siguiera con el chico ese que tanto la quería, que tenía que ser feliz con él.

Esas semanas me puse enfermo. Me ingresaron en el hospital por un problema mental y me quitaron el móvil. No tenía contacto con nadie. Por suerte me recuperé a las semanas y salí mejor de lo que había entrado. Vi que ella me escribió, pero al no contestarle me dijo en su último mensaje “Me dijiste que no tenías novia y sí que tienes. Eres un cabrón.” Y me bloqueó de todas partes, no tuve la oportunidad ni de decirle que, de nuevo, se equivocaba conmigo.

Podría quedarme con los buenos momentos que vivimos. Podría hablar de los momentos inolvidables que viví a su lado. Pero en la balanza de lo bueno y lo malo existe la tendencia de que lo malo suele tener más peso, afecta más, cala más, tarda en olvidarse más, y al final de algunas relaciones suele quedar un sabor amargo que es imposible quitarse con el paso del tiempo.

Recuerdo que entre risas ella me insistía muchas veces en una cosa, constantemente me hacía prometer que nunca escribiría sobre ella, ni bueno ni malo, simplemente que no lo hiciera.

-No sé si puedo prometerte eso –le dije.

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