lunes, 9 de noviembre de 2015

El enemigo

Recibo un mensaje a las once de la noche:

Ya nada tiene sentido para mí. Me despido de ti, no trates de contactar conmigo.

Es Ana. Lo primero que pienso es que se va a suicidar. Ella es muy autodestructiva, me confesó que se autolesionaba y la idea del suicidio le parecía atrayente. Lo primero que hago es contestarle para decirle que abandone la idea de quitarse la vida. No responde. Ni siquiera me lee. Me preocupo muchísimo. Ella es capaz de hacerlo y creo que soy el único que puede salvarla.

La llamo por teléfono. No lo coge. Le envío otro mensaje diciéndole que como no lo coja llamaré a la policía y le daré sus datos para que eviten que haga una locura. Entonces me responde, me dice que no se va a suicidar, que sólo quiere alejarse de todo el mundo. Le pregunto por qué y me dice que ha discutido otra vez con su novio, que le grita, que se pone celoso porque habla con otros chicos, que simplemente uno le había pedido fuego y se lo ha dado y le ha montado un espectáculo porque, según su novio, no debería haberle dado fuego a alguien que se lo ha pedido.

Me cabreo. Le digo que no vuelva a darme esos sustos por culpa de su novio. No entiendo por qué está con él si la trata mal, le grita, se va enfadado siempre porque según él ella ha hecho alguna cosa mal. Ejerce un chantaje emocional sobre ella que es incapaz de ver. Ella cree que de verdad ha hecho algo malo, pero son las manipulaciones de él la que la hacen sentir así.

Ya estoy harto. Así que decido que es hora de hablar con él, ya que con ella es inútil, sigue enamorada de un maltratador psicológico. Tengo la cuenta de Twitter de su novio. Le escribo un privado diciéndole: Como me entere de que vuelves a hacerle daño a Ana te las verás conmigo. Estoy harto de aguantar sus lloros que siempre son por tu culpa. Te enfadas por gilipolleces pero ella como está locamente enamorada de ti se siente culpale y me viene a mí llorando. Esto harto de que la trates mal. Ella no se merece a un mierda como tú.

Su respuesta es reírse de mí. Decirme que estoy flipado. Que nada de lo que digo es cierto. Pero yo sé que sí lo es porque me lo cuenta ella. Estoy seguro que mi intervención hará que ya no la trate tan mal.

Al día siguiente Ana me escribe. Me dice que soy un imbécil, que por qué le he dicho eso a su novio, que he empeorado las cosas, que sólo digo mentiras, que deje de meterme en su vida, que le he hecho mucho daño. Que ahora él está más enfadado con ella por mi culpa. Que lo único que busco es destrozar su relación con él e impedirle ser feliz con la persona a la que ama. Me defiendo diciendo que es ella la que siempre está mal por él, que soy yo el que la tiene que aguantar, y que tuve que aguantar estar una noche en vilo pensando si se iba a suicidar o no tras su enigmático mensaje.

Me dice que no tengo ni puta idea de nada. Que la he traicionado como amigo. Pero yo no me siento culpable de nada, cuando veo una injusticia siempre la digo, y sé que el modo de comportarse de él con ella es de un maltratado psicológico. Lo volvería hacer, más de una vez me he metido en líos porque he visto a un hombre zarandear a una mujer en la calle, o gritándole, yo no puedo quedarme de brazos cruzados y siempre me meto para que eso cese.

Ella cabreada insiste en que le he hecho mucho daño. Y decide bloquearme en el whatsapp y en su perfil de Facebook se pone una foto con él sonrientes y entonces ya no me queda claro quién es el amigo y el enemigo de Ana.

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