Alguna vez me han dicho que soy un poco raro. Yo siempre he dicho que soy una persona de lo más normal. Sobre todo si partimos de la base de que yo nací en Cullera. Una ciudad donde se pelean entre bandas de música y en la cual ser fallera mayor o camarera de la virgen en las fiestas del pueblo es la máxima aspiración de sus ciudadanos. Cuando alguien visita Cullera se sorprende enseguida del número de desperdicios humanos que viven en la ciudad, o del índice de alfabetismo que asola la población (analfabetismo funcional, se entiende) algunos son hijos de la generación que vivió durante la famosa Ruta del Bacalao, que devastó la ciudad en su día. De hecho, muchos de los de mi generación fueron concebidos en la misma ruta, cuando sus padres iban pasados de pastillas y no tomaron precauciones. Ahora corretean con sus motos o sus coches y el tunning es su máxima afición. Con este panorama es muy raro que haya nacido un ser como yo en el litoral valenciano.
Pero a esto hay que sumarse otras rarezas de índole familiar. Por poner un ejemplo, recuerdo una discusión entre mi padre y mi madre. Ese día llovía y mi padre se asomó al balcón. Al volver al comedor dijo que había meado por el balcón mientras llovía y que las gotas de su orín se habían mezclado con las gotas de lluvia.
- Y no sabéis lo mejor -dijo- el mayor placer del mundo es cuando una de las gotas de lluvia te golpea en el piu.
- ¿Pero tú estás loco? -gritó mi madre.
Yo esperaba una reprimenda monumental por parte de ella diciéndole que no hiciera eso. Pero me sorprendió su respuesta.
- ¿No te das cuenta de que te verán del edificio de enfrente y allí vive la amiga de la que trabaja conmigo?
En vez de cantarle las cuarenta lo que le preocupaba era que viesen a su marido mear por el balcón.
Desde ese día, cada vez que llovía mi padre salía al balcón y decía entre risas que iba a mear. Mi madre se enfadaba. Yo comía mi plato de la cena ajeno a todo, escuchando atentamente. No supe hasta mucho tiempo después que todo aquello no era normal.
Y lo que me extraña, es que todavía la gente me diga que soy raro, cuando en estas circunstancias haber salido así, tan normal, tan pacífico, tan inteligente, es lo más extraño del mundo.