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lunes, 26 de noviembre de 2012

Consejos sobre esa cosa rara llamada amor



La vida me ha enseñado a simplificar las cosas, a desdramatizar el mito mágico e irracional del amor. Constantemente veo a gente sufrir por amor y no me gusta, todo es más sencillo y más fácil. Sé que esto no solucionará nada, ahora y siempre la gente lo pasará mal en determinados momentos, pero si se aprende a valorar las cosas y a eliminar ciertos mitos y creencias populares tradicionales tal vez aprendan a convivir mejor con esa cosa llamada “amor”.

El amor no es sufrimiento

A veces he visto frases como “amar es sufrir” como una verdad universal indiscutible. Pero no te equivoques, el amor no es sufrimiento, el amor es para sentirse bien. Si estás sufriendo por tu pareja debes saber que eso no es amor, eso es otra cosa. No es sano asociar el dolor a algo que debería ser bello, bonito y que sólo debe inspirarte buenos sentimientos.

lunes, 5 de noviembre de 2012

La madre que llama puta a su propia hija




Carla está mal. Está llorando en casa. Su madre le acaba de decir que es una puta. ¿Su delito? Le ha dicho que quiere pasar el fin de semana con un chico que conoce desde hace unos meses y con el que habla a diario, que se gustan, que se atraen y con el que está ilusionada. Algo normal a sus dieciocho años.

La madre quiere encauzar a una hija descarriada que quiere aventurarse demasiado pronto en el temible mundo del sexo. Es normal: ella se casó virgen tras cinco años de noviazgo. Se cree moralmente superior por eso. Le repite una y otra vez a su hija que ella “se hizo respetar” para inculcarle su propio concepto de honor y respeto. Lo que ella no sabe es que su hija hace años que dejó de ser virgen. Comenzó a salir con chicos a los dieciséis años y a mantener relaciones con ellos. ¿A quién no le puede la curiosidad por probar a esas edades? Algunos considerarán que es demasiado pronto, pero cualquiera que se recuerde a sí mismo con esa edad sabe que la curiosidad y las ganas eran incluso mucho mayores que cuando eres adulto porque se le añadía el factor morboso de lo prohibido.

lunes, 21 de marzo de 2011

Amistad, sexo y daño



- ¿Tú crees que se puede mezclar amistad y sexo? -les pregunté a mis amigos Norberto y Marcial.

Yo estaba realmente preocupado. La pregunta me azotaba la cabeza constantemente y las respuestas nunca me venían con claridad. Quería que me dijeran una verdad que me permitiera actuar con determinación, saber si era bueno lanzarse al ruedo y echar un polvo con una amiga, follar amistosamente, así como el que no quiere la cosa, sin que por ello todo termine con sentimientos extraños, daños, dolores, adicciones, celos, envidias y todo lo malo que puede haber en una relación.

Estábamos tomando nuestra quinta cerveza. Yo ya estaba comenzando a enfrascarme en las típicas disertaciones filosóficas de barra de bar. En esos momentos me gusta plantear preguntas a la gente para ver qué opinan, como si yo fuera un el moderador de un debate imaginario. Son las clásicas noches en las que se comienza hablando de temas candentes de actualidad: derechos humanos, política, reciclaje, gobiernos ocultos y demás perroflautadas, y se termina, sin saber cómo, hablando de lo más superficial y trivial del mundo, o que es lo mismo: sobre tetas, pollas y culos.

- ¿Tú crees que es posible mezclar amistad y sexo? -le volví a insistir a Norberto.
- Claro que sí -dijo convencidísimo- Eso es sano. Se echa un polvo y luego tan amigos. Si eso es superbonito.
- ¿Y tú haces eso con tus amigas?
- ¡Pues claro! ¿Por qué no? -decía casi ofendido.
- Pero... ¿No tienes miedo de que se termine la amistad? ¿Y si llega un momento en el que le haces daño o algo así? 

Entonces miré a Marcial, que estaba bebiendo de su jarra, y esperé una respuesta por su parte. Dejó la jarra en la mesa y soltó sin ningún tipo de vacilación.

- ¿Qué daño? Si le haces daño le pones un poco de vaselina y se acabó el problema.

Dio un trago a su cerveza y comprendí que había dado por zanjado el tema.