De pequeño soñaba con ser futbolista. Quería meter goles
para mi Valencia. Pero nunca me apunté a una academia de fútbol ni jugué en mi
vida un sólo partido de fútbol de once contra once. Recuerdo que una vez fui al
entrenamiento de los juveniles de mi pueblo para ver si me apuntaba, fui con mi
madre. Nos dijeron que valía diez mil pesetas mensuales (60 euros) y no sé por
qué motivo al final no me apunté, creo que tenía miedo de algo y además era muy
caro. En definitiva, ahora tengo 37 años y me doy cuenta de que no luché por mi
sueño ni un segundo. Es cierto que jugué partidos de fútbol sala o fútbol 7 y
metí algunos goles, pero eso no es nada comparable con haber jugado durante un
tiempo al deporte que me apasiona.