Hola querida:
¿Cómo estás? Espero que bien. Supongo que te extrañarás al ver esta carta, pero es que hoy, como muchas veces, he estado pensando en ti. Me he dado cuenta de que nunca te he dedicado ningún escrito y que nunca he hecho público lo que siento por ti, aunque ya sabes... no soy muy detallista y tampoco suelo mostrar en público lo que siento, me da bastante vergüenza. Pero como hoy es un día especial quiero que estas líneas sean un pequeño regalo para ti.
Ya llevamos mucho tiempo juntos, aunque
no sé exactamente cuánto, es muy difícil contarlo porque ha habido
muchas interrupciones en nuestra relación, pero no sé por qué
extraña razón siempre acabamos juntos de nuevo. ¿Te acuerdas
cuando pensábamos que nunca más nos volveríamos a ver? ¿Quién
iba a decir que después de aquello volveríamos a estar juntos?
Muchas veces he pensado en eso, y creo que es obra del destino. Por
alguna razón tú y yo estamos predestinados a estar juntos y hay una
fuerza invisible que quiere que así sea. ¿Tú crees en la magia? Yo
tampoco creía, pero tú me hiciste creer.
Sé que todo este tiempo ha sido muy
difícil. Han surgido muchos problemas entre los dos. Sé que a veces
me he portado mal contigo, que no te he dedicado el tiempo que te
tenía que dedicar, que a veces me he ido con los amigos y me he
olvidado de ti. Incluso una vez te dije que lo mejor sería que lo
dejásemos, que quería estar con alguien para ver si así éramos
más felices. Sé que he dicho una cantidad enorme de tonterías que
no debería haber dicho, sé que incluso te fui infiel y que he
cometido muchos errores, pero compréndeme... es mucho tiempo
juntos...
En realidad, aunque no lo sepas,
estamos juntos prácticamente desde que éramos pequeños. De pronto
un día me desperté y tomé conciencia de la situación, que tú y
yo estábamos juntos de otro modo, que te sentía de otra forma.
Descubrí que lo nuestro era algo más que aquella inocente amistad,
que aquellos contactos que manteníamos ya no eran iguales que antes,
que tu presencia me hacía arder y que tus apariciones eran el aire
de mis pulmones. Y entonces se desató el fuego entre los dos y
juntos comenzamos a escribir poesía.
Ha pasado mucho tiempo desde que
escribimos la primera letra de nuestra historia, y no puedes
imaginarte lo mucho que he aprendido contigo y la cantidad de cosas
que me has enseñado. Muchas veces pienso qué hubiese sido de mí
sin ti y estoy seguro de que ahora sería un perdido, sin estudios y
sin metas en la vida. Si no te hubiese conocido estoy seguro de que
estaría muerto en vida y ahora no sería lo que soy. Sé que es
inútil darte las gracias, pero estaré eternamente agradecido a lo
que has hecho por mí y por lo bien que me has cuidado. Todo lo que
soy te lo debo a ti.
Han sido tantas cosas las que hemos
vivido juntos... hemos reído, hemos hablado, hemos cantado e,
incluso, hemos llorado. Son momentos que nunca olvidaré y que
permanecerán por siempre en mi memoria.
Sé que hay gente no entiende lo
nuestro, los hay que me preguntan por qué estoy contigo y yo les
contesto que me gustas, pero no lo entienden. No comprenden que
quiera estar contigo y me intentan convencer de que no tienes nada
especial. Me da rabia darles explicaciones, yo no tengo que dar
explicaciones a nadie, no tengo por qué soportar que me digan que
hay miles de mujeres ahí fuera que me pueden dar lo que busco.
¿Acaso saben ellos lo que busco? A la única que debería dar
explicaciones es a ti, pero por suerte no me las pides y eso me hace
sentir bien, porque sé que sin decirte nada me entiendes.
Esta carta la escribo porque quiero
darte las gracias por estar siempre ahí, en los momentos más
difíciles, y espero que estés conmigo durante mucho más tiempo, y
que compartamos más momentos de alegrías que de penas. Y una cosa
te quiero decir: aunque lo nuestro se rompa algún día (que no lo
creo), espero que nos sigamos viendo porque te necesito y no podría
vivir sin ti. Me gusta estar contigo. Me haces sentir bien y no
quisiera perderte nunca porque eres tú con la única con la que me
siento a gusto. Créeme cuando te lo digo, y espero que no te ofenda,
que si de pronto encuentro a otra persona y desapareces, que sepas
que siempre habrá un cuarto oscuro para ti, donde iré a buscarte en
secreto, sin que nadie nos vea.
Si algún día acabo en un altar ante
un cura que pretende casarme, con mi mujer a mi derecha. Recuerda que
en el momento de decir el “sí quiero” miraré a mi izquierda,
hacía un lugar donde no haya nadie, y te guiñaré un ojo.
Te querré siempre Soledad.
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